Ante el celoso mirar de los dioses,
crearemos el amor en un lecho
de cometas y estrellas, al acecho
todas de que tras el amor reposes
descuidada, como cuando descoses
los ajados remiendos de mi pecho,
roto de atravesar el estrecho
desfiladero de tantos adioses.
Si el vértigo feliz de tu cadera,
y el relatir de mi pecho en tus senos
prefacio de mi sanación no fuera
tu descuidado reposo, al menos
logrará que tenga hasta que muera
de tu lento mirar, mis ojos llenos.
R.
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