El cielo ciudadano es negro
y cuadrado en mi ventana,
enmarca cada segundo de su ausencia.
Está quieta la noche,
es abundante el tiempo
y espeso. Y negro.
Puede ser por simetría del café
que me mantiene despierto.
Cielo y ventana a saltar me invitan,
a ser gaviota, a volar
siempre al Este, hasta el mar donde ella está.
Llegaré a su ventana para invitarla a salir
(¡No temas, amor, a la espuma del acantilado!)
Sentiremos juntos, navegaremos juntos,
aroma y rumbo de la noche,
lejos del Madrid acostumbrado
lejos de carcomas y rutinas
lejos.
Rozaré con mis alas, las suyas
y con besos ganaré altura
desde la que contar estrellas
en el mar-espejo
para no cegarme de tanto cielo.
Precioso vuelo hacia el amor y la libertad. Gratificante leerlo.
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