Hay mariposas de acero entre las sábanas,
hay aleteos de distancia,
milimétricos ecos de la separación.
Me duele la boca
de aguantar el llanto
y del liso cristal de tu retrato.
La noche se suicida ante mis ojos
pidiendo con su sangre nuestra unión,
que hagamos tú y yo un estrecho corro
de dos
para jugar a la pasión.
Sangre rosa y celestial lo pide,
que brillen tus senos bajo la sábana.
Todo mi ser en lo mismo insiste,
¡que brillen tus senos bajo mi sábana!
Inútilmente rebusco veredas
limpias de recodos y de hielos
que me lleven hasta ti
mas no hay sendas,
como dicen,
desde Madrid al cielo.
R.
R.
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