Corriendo cruzo la calle,
solo entre tanta gente
(remedo de un mar infame
asfalto negro y prohibido).
Lágrimas d'escaparates
algunas audaces gotas
se disfrazan de diamantes:
presas del vidrio ahora,
en libre caída, antes.
El llanto de tantas lunas
al de mis ojos atrae
y al de preñadas aceras
que de mis huellas son madres,
mas otros pasos vacíos
matan los míos, cobardes
y yo los vuelvo a sembrar
más fecundos, más errantes,
borrachos de desamor
palpitan, pero sin sangre.
Los que no nos hemos dado,
¡esos racimos de besos!
cuelgan muertos de las manos
de los secos maniquíes
tras los cristales mojados
(imitación de la vida
sus rostros con ojos falsos).
Cuervos se posan a cientos
sobre mis labios cerrados
que más aprietan tu nombre
cuanto más quiero olvidarlo,
no lo sueltan y revientan…
¡Y más gente… y más pasos!
Fuera de mí sólo quedan
negro charol del asfalto
y, en los vidrios, lentas lágrimas.
Las borro con mis manos
preso de ira y tristeza;
una y otra son los clavos
que tu mudo adiós fijan
a mi adiós casi callado.
Y brillan como diamantes
lágrimas que no escaparon.
R.
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