¡Hola, Luna!
llena de luz y vacía de amores.
(La radio tecletea las noticias)
¡Cuánto pesa este fusil!
y las equis primas
y las primas de las zetas
cuando quiero, no puedo
y cuando puedo... no quiero.
LLena de luz, vacía de amores
tan blanca y redondita,
contigo he tenido noches mejores.
Añoro aquellos días
cuando casi ni podía
tirar de la cadena.
Soñaba con crecer
para poderlo hacer.
Hoy parece una condena,
crecer, ¡qué tontería!
Quiero y no puedo
y cuando puedo, no quiero.
¡Oye, Luna, no te escondas!
que aún tengo que hablarte,
bribona redonda.
(La radio vocea las canciones)
¡Estos mosquitos son la monda!
¿Por qué no me ayudas a comprender,
tú que eres blanca y mujer?.
Pero es tu blancura cachonda
gran piscina de yogourt
y con eso inundas tú
todo este campo y la pista
que ni serpea
ni débilmente blanquea
ni se enturbia
y, desde luego, no desaparece.
¿Y te tomaron por diosa
tan tonta y tan rechoncha?
Hoy, llena de luz,
tu nitidez se troncha
entre mis pestañas,
y, si existe Dios pues bien,
que se quede en las montañas.
Limpiemos los reconres,
sucias telas de araña,
y basta ya de charla
que han dado las once
en la radio y me voy
al cuerpo de guradia.
R.
(La Luna es tan vieja porque sólo
parpadea una vez cada veintiocho días)
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