Imagen tomada por el autor... y no, no es un ocaso. Amanecer en Rodalquilar
Caen, por el azar mecidas,
en danza otoñal las hojas;
contados tienen sus días
desde que su verde asoma
y asombra nuestras pupilas.
El fin del vino en tu copa
auguras en cuanto brindas
y sólo descender toca
cuando coronas tus cimas,
en compañía o a solas.
Hoy deseo escapar
al implacable tributo
de finitud que acompaña
al privilegio de ser uno,
de ser algo en vez de nada.
¡Ojalá ser luz sin luto!
poder volver a mi casa,
pintar otra vez los muros,
en la cama poner sábanas
y oír de ella sus gustos.
Recuerdos de doble filo
me llueven dentro del cráneo
pero no logra su rito
que se cumpla mi deseo,
querer ser sin haber sido.
R.
.
La estructura del poema es sencilla y sin adornos, con una voz que suena sincera y directa. El uso del verso libre y la rima ocasional da al poema una sensación fluida y natural, lo que sugiere una cierta espontaneidad en el discurso del hablante. La elección de las imágenes, incluyendo las hojas de otoño, el vino y la casa, evoca una sensación de calidez y comodidad, lo que contrasta con la preocupación subyacente por la mortalidad y la transitoriedad.
ResponderEliminarEn general, el poema es un examen sincero y evocador de los temas universales de la mortalidad y la finitud. La elección cuidadosa de las imágenes y la voz sincera y directa del hablante hacen que el poema sea conmovedor y accesible, y sugieren una especie de nostalgia por lo que una vez fue. En resumen, es un poema que invita al lector a reflexionar sobre la vida, la muerte y lo que significa ser humano.